El estadio Palmar de Junco, en la ciudad de Matanzas, en 1874 |
También debemos decir, que los matanceros de las generaciones actuales hemos sido privilegiados en cuanto a la herencia cultural que nos legaron nuestros ancestros.
Gracias al celoso trabajo de bibliotecarios, archiveros y personal afín con estos asuntos, se han logrado conservar toda una serie de documentos, sobre todo publicaciones del diario Aurora de Matanzas y Aurora de Yumuri, cuya colección se conserva prácticamente completa, en la Biblioteca Provincial Gener y del Monte, de la ciudad de Matanzas.
Sin embargo, muy diferente ha sido el camino recorrido por nuestros vecinos y colegas habaneros, que salvo el libro Historia del Baseball en Cuba, de Wenceslao Gálvez y Delmonte, curiosamente eminente jurista matancero, escrito en el año de 1889, no existe una bibliografía abundante, sino dispersa sobre estos temas, lo cual ha llevado a que ellos le hayan dado un mayor peso a las trasmisiones orales que han trascendido de una generación a otra a lo largo del tiempo.
Ahora bien, en lo que si todos coincidimos, es que el béisbol surgió conjuntamente con la nacionalidad cubana, como parte de un largo y complejo proceso identitario a partir de la sexta década del siglo XIX, o sea como un ingrediente de esta, quizás en principio, más fuertemente percibida en la regiones occidental y central del país, pero que pronto abarco al resto de la joven y pujante nación que emergía dentro de este proceso de integración y consolidación de nuestra cubanía.
Paseo de Martí, o de Santa Cristina |
Como ejemplo de ello podemos citar un relato del Coronel Dr. del Ejército Libertador José Dolores Amieva Fuentes, uno de los introductores del béisbol en Matanzas, cuando él y un grupo de compañeros que se encontraban practicando en el lugar, hoy conocido como Paseo de Martí, fueron agredidos por un grupo del Cuerpo de Voluntarios a las órdenes de un Sr. de apellido Galindez, por la simpleza de haber golpeado con un rolling a uno de los referidos voluntarios. Este señor llegó a decir que el daría un bocoy de onzas de oro por la vida de un jugador de pelota. Ahí se puede apreciar la aversión que sentían por este juego, que en parte simbolizaba un sentimiento de hostilidad contra España ya desde aquella temprana época.
Como puede apreciarse, paulatinamente se iban deslindando modos diferentes de actuar y sentir de nuestros padres fundadores, contraponiéndose a los españoles y voluntarios cubanos, que respondían a la retrograda ideología colonial, que solo pretendían mantener amordazados los ideales independentistas de la amplia mayoría de los nacidos en esta tierra.
Por esto el béisbol comenzó a formar parte del quehacer cotidiano de los cubanos, ya no solo como práctica deportiva, sino como vehículo de trasmisión de los nuevos valores e ideales, que se iban formando en nuestra joven nación, con características muy propias y con un arraigado sentimiento de pertenencia a la tierra que los había visto nacer. Comenzaba a formar parte de la construcción y edificación de nuestra identidad.
De ahí que un historiador comentó en cierta ocasión: "...que si bien los norteamericanos habían sido los inventores del béisbol en cierto momento, los cubanos lo acogieron muy pronto como suyo, convirtiéndose en verdaderos apóstoles en la difusión del mismo, no solo en Cuba, sino en el resto de Centroamérica y el Caribe...
Esto demuestra una vez más que este deporte para los cubanos no es simplemente nuestro pasatiempo nacional como dicen algunos, sino que tiene su mayor trascendencia en el ámbito bio-psico-sociocultural, o sea en la formación de la personalidad de la inmensa mayoría de los cubanos.
Volviendo al ámbito matancero, objetivo fundamental de este escrito y siguiendo la secuencia historiográfica, nos encontramos con que los matanceros al igual que los habaneros fueron de los primeros en crear los llamados clubs o equipos que practicaban esta disciplina, desde la segunda mitad del siglo XIX, por lo que formaron parte del 1er Campeonato Profesional de Béisbol de la Isla de Cuba, en el año de 1878, con el nombre de Matanzas Base Ball Club, efectuado en terrenos del Vedado y Tulipán en La Habana y en el Palmar de Junco y la Quinta de Oña, en Matanzas.
De esta forma se iban involucrando en este proceso, a diferencia de otras regiones, por lo que se iba conformando un sano y legítimo orgullo de rivalidad fraternal, con características muy propias de acuerdo al sitio geográfico, lo cual ha trascendido hasta nuestros días.
Continuará...
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