Por Reynaldo González Villalonga
Pasión de multitudes, así pudiera calificarse la afición de los cubanos por el béisbol; no por gusto calificado como nuestro pasatiempo nacional.
Durante sus 143 años de existencia en forma organizada, desde aquel histórico juego entre el Habana y el Matanzas, el 27 de diciembre de 1874, mil y una anécdotas surgen por doquier. Unas pocas siempre sorprenden, pero otras rayan el extremo.
La conocida expresión ¡Kill the umpire! (¡Maten al umpire!), utilizada por fanáticos encolerizados por un supuesto conteo injusto o decisión desacertada en bases, propia de décadas anteriores, desafortunadamente se llevaría a la práctica en territorio matancero.
El trágico hecho aconteció el 25 de septiembre de 1921 durante la terminación de un juego en la finca San Blas, en el barrio martiense de Itabo.
Tan interesante y apasionado resultaba el encuentro entre dos novenas locales que motivaron importantes apuestas cruzadas. Pero una decisión del árbitro de home provocó una acalorada discusión con el receptor de uno de los dos equipos contendientes. Por ello ambos quedaron disgustados.
A la conclusión del desafío los espectadores y los jugadores abandonaron el terrreno y cada quien se dirigió a su respectiva casa. Entre ellos, el árbitro de la disputa, quien partió en su caballo; en dirección hacia una cercana finca donde vivía...
Sorpresivamente, cuando cabalgaba confiado por el camino, el jinete resultó agredido artera y alevosamente a pedradas por el vengativo receptor, provocándole fractura en la base anterior del cráneo. Derribado en el suelo, el agresor lo provocó heridas con un palo, provocándole la muerte.
Ejecutado el traicionero hecho, el criminal se dio a la fuga. Luego de permanecer oculto durante tre años, volvería a la zona, donde fue apresado por la Guardia Rural.
Sometido a juicio por un delito de Asesinato cualificado por la alevosía, sería sancionado a 30 años de privación de libertad.
Hechos como el narrado son solo el recuerdo de épocas superadas, en que el hombre era lobo del hombre, hasta en un terreno de béisbol.
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