Para los amantes del béisbol en nuestro país, nos
resulta familiar esta fecha, considerada por la mayoría de los entendidos, como
el punto de partida de esta disciplina, por haberse celebrado el primer partido
oficial de la historia del béisbol cubano, en el estadio Palmar de Junco, entre
los equipos Havana Base Ball Club y Matanzas Base Ball Club.
Como se conoce el 14 de febrero de 1962, se
inauguraron las Series Nacionales en Cuba, luego de extinguirse el béisbol
Profesional, producto de diferentes factores que analizaremos en otro momento;
al transcurrir alrededor de 25 años y en ocasión de presentar en la Editorial Científico-Técnica,
mi primera versión sobre El Inmortal del Béisbol, Martin Dihigo, me percate de los enormes prejuicios que se entronizaron
sobre el béisbol profesional y la pobre información que existía sobre ese tema.
Estando enfrascado en estas reflexiones, tuve el
privilegio de conocer al historiador Roland Socarras Roget, allá por la década
de los años 80 del siglo pasado, quien llevaba varios años dedicado a la
investigación de varias figuras descollantes del béisbol cubano de todos los tiempos
y luego de un intercambio muy fructifico sobre este asunto ambos coincidimos,
en que la mayoría procedían de los estratos más humildes de nuestra sociedad,
pero que en todos prevalecía un denominador común que era la cubanía, y que el béisbol
a su vez formaba parte de su identidad, o sea como lo es “la sombra al cuerpo”.
Nos percatamos a su vez que era necesario, rescatar un
nuevo Salón de la Fama del béisbol cubano de todos los tiempos, o sea no solo
del profesional, sino el de todas las categorías existentes, pero para ello
debíamos escoger un sitio emblemático donde debieran estar representadas todas y
que mejor lugar que el Palmar de Junco de Matanzas, el más longevo en activo,
de los conocidos en el mundo.
A partir de ese momento emprendimos una lucha tenaz,
para lograr que se materializara esta
idea, logrando en primer lugar que fuera
declarado el citado Palmar como Monumento Nacional, —ya era Local desde 1979—;
y con fecha 24 de Julio de 1991 mediante la Resolución 104 es declarado
Monumento Nacional —es la única instalación deportiva que ostenta esta condición en el país— y en uno de sus por cuantos se recogía que a su vez el
INDER, teniendo en cuenta los méritos de esa Instalación, había decidido
premiarla situando en sus predios el Hall de la Fama del Béisbol Cubano.
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