ROGELIO «LIMONAR» MARTÍNEZ

Nace en el poblado de Cidra el cinco de noviembre de 1918, que en aquella época pertenecía al municipio de Limonar, en la provincia de Matanzas.

Se inicia en las filas del deporte amateur con el Deportivo Matanzas. Participa en tres series mundiales de béisbol amateur. A los 27 años firma como profesional con el club Almendares, aunque también lo hace para el Marianao y el Habana.

En 1950 hace una breve presencia en las Grandes Ligas estadounidenses con los Senadores de Washington, así como en la Liga Mexicana.

En el béisbol amateur, inicia jugando para el Deportivo Matanzas en 1941, año en que es seleccionado como el mejor pitcher de la Liga Nacional Amateur, además lidera los juegos completos con 22.

En el campeonato de 1943 triunfa en 11 de los 23 juegos que gana el Deportivo Matanzas. En 1944 y 1945 forma, junto a Sandalio Consuegra y Angel Catayo González, un trío de lanzadores nombrados Los Tres Mosqueteros, que resulta determinante en la coronación del Deportivo Matanzas en aquellos campeonatos.

Sobre esta figura del baseball matancero, y cubano, el equipo de Desde las gradas pudo encontrar el siguiente material, publicado en la web de Habana Radio por Miguel Ernesto Gómez Masjuán


Rogelio “Limonar” Martínez, otro brazo inagotable del béisbol cubano


A Rogelio Martínez muchos lo conocieron por “Limonar”, aunque, en realidad, él nació en Cidra, un pueblo matancero no tan lejos de aquel que le dio un apodo que lo acompañó toda la vida. Sus lanzamientos lo convirtieron en uno de los pitchers amateurs más exitosos de una época en la que abundaban los hombres con la velocidad y el control suficiente para dominar, por completo, a la más potente ofensiva rival.

Rogelio comenzó a brillar en la pelota amateur con el club Deportivo Matanzas. La década del treinta del siglo pasado se acercaba a su final y mientras la Liga profesional cubana seguía sumida en una crisis, el amateurismo reunía a muchos talentos. “Limonar” conformó un trío formidable de lanzadores, junto a Sandalio “Potrerillo” Consuegra y Ángel “Catayo” González. Con ellos, el Deportivo lo ganó todo, bajo las órdenes de Pipo de la Noval.

En su carrera amateur, “Limonar” alcanzó 49 triunfos, con solo 22 derrotas y un promedio de efectividad de 2,62. Los buenos resultados en las diferentes competiciones lo condujeron hasta el equipo nacional, con el que disputó tres Series Mundiales.

El debut probablemente no haya dejado un buen recuerdo en “Limonar”, pues en 1941 la selección cubana cayó en el partido final ante Venezuela, liderada por los lanzamientos indescifrables de Daniel “el Chino” Canónico. No obstante, la impresión que dejó Rogelio fue inmejorable, porque ganó los dos partidos en los que intervino y no recibió ni una sola anotación limpia.

Dos años después, “Limonar” se convirtió en el líder del equipo que retuvo la corona de la Serie y con sus tres éxitos y un promedio de 0,96 fue una pieza fundamental para el director León Rojas. De sus victorias, sin dudas la más recordada fue la que obtuvo sobre México. Rogelio no solo lanzó el juego completo sin permitir carreras, sino que logró todo esto con apenas 63 lanzamientos.

La última presentación de “Limonar” con el equipo cubano fue en la Serie de 1944, efectuada en Venezuela. Aquel evento estuvo rodeado por polémicas e injusticias arbitrales que condujeron a la retirada de los hasta entonces campeones, en señal de protesta. En la capital venezolana, Rogelio tuvo su peor desempeño, ya que perdió un desafío y su promedio fue de 3,86. Esa fue su despedida del amateurismo porque un año después finalmente aceptó jugar para uno de los clubes de la Liga profesional.

“Limonar” vistió primero el uniforme a rayas azules de los Alacranes de Almendares; aunque luego también jugó para los Tigres de Marianao y los Leones del Habana. En realidad sus estadísticas de las seis campañas en la Liga no fueron las mejores: obtuvo 16 triunfos, pero sufrió 18 derrotas y su efectividad sobrepasó las tres carreras por desafío.

De estos años la actuación más memorable de “Limonar” ocurrió el 15 de febrero de 1950, en el Gran Stadium del Cerro. Ese día, el matancero, con el Marianao, mostró su mejor forma y dominó por completo a los bateadores de Almendares, a los que no les permitió ni jit, ni carrera. Cuentan que la revista Bohemia, la más importante que circulaba en el país, premió a Rogelio con un cheque de mil pesos por su hazaña, una cifra nada despreciable para la época.

Con 32 años, en 1950, “Limonar” todavía mantenía su velocidad, aunque este nunca fue su punto más fuerte. El control y la experiencia llamaron la atención de los scouts de los Senadores de Washington, de la Liga Americana quienes le ofrecieron un contrato. Su estancia por los estadios norteamericanos fue breve, de apenas un año y Rogelio culminó con balance de 1 y 2.

Además, “Limonar” intervino en dos Series del Caribe, ambas con los Leones, en 1952 y 1953. Todo funcionó muy bien en el 52, pues el Habana de Miguel Ángel González ganó el título de forma invicta; sin embargo, un año más tarde, los Cangrejeros de Santurce, de Puerto Rico, pudieron más que el club cubano, en el Gran Stadium del Cerro.

Como hicieron tantos otros peloteros, “Limonar” quiso probar suerte en el béisbol mexicano. Allí estuvo durante tres años, aunque no de forma consecutiva. Debutó en 1948, con el Puebla y regresó en 1954, con el México Azul y luego pasó a los Tigres. Rogelio terminó con récord de 27 y 20, y un promedio de 3,72. Tampoco se puede pasar por alto su participación con los Havana Cubans, de la Liga Internacional de la Florida, con los que estuvo dos años, entre 1947 y 1949.

Durante mucho tiempo no se supo mucho de la vida de Rogelio “Limonar” Martínez. Solo su muerte, ocurrida en 2010, fue noticia. A los 91 años, en Connecticut, dejó de existir uno de los lanzadores más completos que tuvo la pelota amateur cubana de la primera mitad del siglo XX.

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